Colaboración de Yonathan Michel Meza
Para quienes hemos nacido en el ambiente democrático venezolano en sus distintas épocas, entiéndase a partir de 1960, 70, 80 y 90 hemos sido testigos, y de alguna manera protagonistas de lo que podríamos llamar un declive de la democracia, tema este que resulta álgido y que no encuentro más manera para explicármelo, que haciendo una correlación entre la experiencia personal y las interacciones discursivas de otros, es decir, lecturas, conferencias e incluso conversaciones de calle. Así que me veo forzado a subtitular para no perderme.
La democracia es un sentimiento
En primer lugar la democracia es un sentimiento, la interacción entre los individuos tiene lugar en un ambiente en el que no hay miedo, miedo de decir lo que se siente, miedo de expresar lo que se piensa, cosa que no sucede hoy, pues imaginemos la siguiente escena, alguien con la ira del desengaño empieza a denostar del gobierno, ¿qué ocurre?, al poco, muchos de los que están a su lado, aun cuando sientan un poco de identificación, salen corriendo despavoridos, algunos salen de escena por temor a una fotografía que los comprometa, he ahí una gran paradoja: temor a ser protagonista para mejorar una democracia protagónica; otras veces, algunos individuos corpulentos se acercan para acallar a ese que no puede callar más lo que su sentimiento de frustración, su conciencia de que las cosas no están bien le reclama. Es una situación extraña, es como si se quisiera no sólo callar las voces sino inclusive hasta el silencio, es decir, cuando alguien intenta retraerse y pensar en su mundo cotidiano, aparece el barullo de la propaganda que dice a todo pulmón: “hoy estamos haciendo una revolución y todo pasado fue peor, todo lo anterior fue una vil traición”.
Recuerdo entonces a mis profesores de secundaria, recuerdo el séptimo grado, el octavo o el noveno y a los profesores, especialmente el de historia que hablaba sin ningún dejo de susurro pestes del gobierno en curso, hablaba de las transnacionales y del saqueo histórico para que nosotros polluelos inocentes tuviéramos conciencia y nos salváramos de la alienación, hoy sé que hablaba desde una perspectiva marxista cultivada en años, incluso en uno de los partidos más populares de aquella época: Acción Democrática, recordemos que el plan de Barranquilla es un documento desde la perspectiva del materialismo histórico, pero lo más grande de ese documento betancouriano es precisamente el calificativo de mínimo, es decir, paradoja de paradojas, lo modesto y lo pequeño que encierra este nombre: “Plan mínimo de acción” resulta ser el más grande legado democrático: la conciliación entre el ambiente de libertad democrático con los justos reclamos sociales. Observemos, paseemos por nuestras ciudades, vayamos a una escuela y encontraremos que la mayoría es una construcción de los años 70, una placa dirá construida en 1977, de hecho casi toda la infraestructura educativa y hospitalaria data de esa fecha, es más, la mayoría de urbanizaciones del país fueron construidas en esa época.
Volvamos a mi profesor de historia: él nos dio la más magistral lección de democracia sin decirlo explícitamente: el deporte favorito en una democracia es hablar mal del gobierno, decir lo que sentimos conscientemente como un abuso de poder, expresarse sin miedo e incluso acusar a tal o cual funcionario de corrupto, inclusive si llegamos a injuriar al funcionario decente, porque aun cuando no tengamos pruebas en mano, todo lo acusa, lo acusa su camioneta, su mansión de lujo, su chef personal, su manicurista estrella y tantas otras cosas. Cada uno, haciendo uso de su ejercicio ciudadano, ataca a los actores visibles del poder, es decir, al funcionario público, porque si éste no quiere o no está capacitado para serlo que se vaya a su casa y se convierta en un ciudadano privado, que trabaja, paga alquiler o vive ahogado con las cuotas de un crédito hipotecario ya que un mísero sueldo en constante devaluación no le permite darse el lujo de comerse un helado con la hija que sacó 20 en matemáticas o le sorprendió con un argumento que desnuda los fallos de la teoría marxista.
La democracia evidente
El valor de la democracia por mucho tiempo fue el motivo de una queja constante. Escuchando en una ocasión en la Bienal de Literatura Mariano Picón Salas en la ULA Mérida a un escritor chileno –creo que de apellido Zambra– la restricción de los libros que operaba en el militarismo del cono sur, me hizo ver la infravaloración de la democracia que por mucho tiempo pervivió en algunos venezolanos, como sabemos, Chile pasó por una de las dictaduras más crueles de Latinoamérica. Zambra nos decía que en su adolescencia no podía leer la escritura latinoamericana en boga, los libros venían con unas tapas marrón, gris y negra o roja no recuerdo bien, literatura chilena seleccionada, española seleccionada y universal, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos y Ficciones de Borges estaban en la colección de Literatura Universal, finalizada la dictadura de Pinochet y librado el cerco cultural, decía este escritor, la literatura cercana, es decir, la latinoamericana nos era a nosotros los chilenos tan ajena, tan distante, a lo sumo nos reconocimos en uno que otro escritor o escritora como la brasileña Clarice Lispector. Agregaba Zambra la literatura lejana nos era familiar, empezamos a encontrarnos en nuestra intención como escritores en la narrativa china o japonesa. Entonces yo pensé en el portento de la Biblioteca Ayacucho, en la maravillosa acogida que se le dio aquí en Venezuela a Alejo Carpentier, a Gabriel García Márquez, a Isabel Allende y a tantos como Julio Cortázar que pudo hablar sin miedo en la Universidad de Los Andes, hablar con la libertad que no podía tener en su Argentina, aquella tierra que llevaba en cada una de sus frases: “Me pidieron de una manera poco amable a colgar el retrato de Perón en la oficina de la escuela, cosa a la que me negué naturalmente”. No lo vi personalmente pero existen los archivos y la imaginación para reconstruir ese ambiente de exiliados forzosos que encontraron aquí espacios de transición unos y de permanencia otros, como los profesores universitarios que vinieron de Moscú, de Chile, de Argentina o de otras latitudes en las que la libertad de pensar estuvo amenazada.
Betancourt y su legado
Rómulo Betancourt fue por mucho tiempo el político más denostado por todas las tendencias viscerales. Recordemos, era un personaje polémico y suscitaba los odios más encarnados y la admiración más enceguecida. Ahora bien, pasado el tiempo de fragor de su momento político llega la hora de pensar en frío su obra, al Betancourt que más se le recuerda es al de la frase “Disparen primero y averigüen después” pronunciada en un momento en el que facciones del ejército tomaban té con galleticas con la guerrilla financiada por Cuba. Poco se recuerda al Betancourt que tuvo que soportar tanto la injerencia de Fidel Castro como la de José Leonidas Trujillo e incluso soportó complots de muerte. (Véase Manuel Caballero, Rómulo Betancourt, político de nación. Alfa 2008, para una explicación más detallada).
Escuchando al escritor chileno Zambra y al leer la biografía de Betancourt articulada por Caballero llego a la siguiente proposición: en una época en la que los EEUU por cuestiones de la Guerra Fría pedía adhesión absoluta, se era amigo o enemigo del país del norte, los venezolanos tuvimos la inteligencia de mal que bien conformar una democracia, pero quien escucha a Zambra le daría una satisfacción como venezolano vivir en un país que tuvo la osadía de obtener a pulso la democracia. La democracia es la entrada en escena de la política, de la civilidad, del fragor de Fuenteovejuna que trabaja en la clandestinidad y en la escena visible, que va con paso de estratega a alcanzar la cúspide de dar a la mayoría el poder, el poder de quitar, de alternar, para que nadie se entronice en nombre del pueblo.
El pueblo, categoría política abstracta, ejerce su soberanía más allá de la fuerza de las armas y más allá de los formalismos representativos y ¿cómo? con la pura expresión sin miedo de su sentimiento, el demos se dice así mismo: no estoy de acuerdo con tal y tal ciudadano público al que he delegado poderes y me las voy a cobrar con el voto.
La conciencia democrática me pide escribir un artículo de opinión para que me lo publiquen, pidiendo que el medio no se autocensure por presiones de un funcionario, es más, si el funcionario llega a leer mi artículo, no me vaya a insultar con eso de escuálido o cosa parecida y menos que me mande a vigilar (como en el film La vida de los otros), sería mejor que dedicara ese dinero a comprar insumos para hospitales o por lo menos construir una escuela y hacer viviendas, que tanta falta hacen, yo mismo, el que escribe, vivo alquilado y tengo que dejar todo el sueldo en el alquiler porque los sueldos son más de hambre que de dignidad y hasta uno se queda pensando si no es mejor meterse a buhonero para ver si la plata alcanza para algo. No es cuento, he visto a profesores que para leer un libro como La Herencia De La Tribu de Ana teresa Torres tienen que venderle al señor de los libros usados cinco o seis libros de su biblioteca personal ya que sus sueldos no le permiten darse el lujo de leer.
Voy a sugerir lo siguiente como propuesta para un futuro gobierno, pues este es sordo y balbucea: en una sociedad la gente que produce ideas, a la que se le paga por pensar, para que su pensamiento no se disperse de los objetivos de avance de la ciencia, la tecnología y las humanidades debe pensar lo menos posible en que no puede pagar la cuota de la casa o del mercado y que ya no se puede comprar el último libro de Vargas Llosa. La gente estudiosa debe pensar en mejorar la fibra óptica o en indagar la cultura como un proceso mítico. Imaginemos a un Einstein que no pudo pensar la teoría de la relatividad porque un mísero sueldo sólo le permitía pensar en el alto costo de la vida. O mejor todavía, imaginemos a Freud, que al salir de Viena que escribía algo así: “el mundo se está convirtiendo en una prisión y Alemania en su peor celda”, no hubiese tenido el apoyo de las universidades para la empresa psicoanalítica. Pienso que muchos profesores se sienten más o menos así, unos hablan y otros callan en la espera de que las cosas mejoren.
El petróleo no es una culpa es un recurso
No nos caigamos a cuento, la política petrolera del país es obra de esa denostada Cuarta República, a la que yo llamo la Época democrática. Época reivindicativa, decíamos que en una época en la que EEUU pedía bajo el esquema de amigo-enemigo definición sin ambigüedades, época en que se apoyaron las llamadas dictaduras de seguridad como la de Pinochet, nuestra inteligencia política, mejor dicho, la de Rómulo Betancourt, la de Pérez Alfonzo y otros, lograron reivindicar sobre el escenario de la política, el interés nacional, el respeto a los derechos humanos. Para decirlo con ejemplos. ¿Quiénes fomentaron la creación de la OEA, esa institución hoy vulnerada pero rescatable, que prometía la defensa de los valores democráticos? ¿Acaso no fue Rómulo Betancourt? Vayamos más allá del dogmatismo propagandístico, hagamos conexiones y en fin leamos nuestra realidad desde distintos planos que se superponen en el hoy siempre cambiante y confuso.
El dinero del que hoy gozan los países árabes ¿no es acaso una obra venezolana?, los altos precios del petróleo permitieron esas ingentes riquezas. Véase la Ley de Hidrocarburos de 1943 que proponían Betancourt y Pérez Alfonzo para obligar a las transnacionales a construir infraestructura de refinamiento de crudo en el país. Infraestructura que en Agosto de 1975 pasó a ser parte de PDVSA, la verdadera PDVSA, véase en Venezuela, Política y Petróleo de Rómulo Betancourt el trazado de una política que intenta siempre rescatar un recurso no para ser abusado en propaganda sino utilizado en hechos, dinero que a los posteriores gobiernos les permitió invertir en obras públicas, en infraestructura, en portentosa y a veces hasta exagerada arquitectura moderna.
Digo que los árabes nos deben mucho, y es verdad, si yo pudiera influir en la dirección de un futuro gobierno y la nación requiriese de inversión iría a Arabia Saudita y diría a los monarcas de allá que necesitamos un apoyo de seguridad, y no nos faltarían razones. Pérez Alfonzo se reunió con uno de los ministros Saudí Abdullad Tariqui, al firmarse el acta constitutiva de la OPEP se dio un giro al mercado del petróleo, antes de ese acto, los precios los imponían las transnacionales petroleras. Después de la OPEP los precios los imponían los países productores pero para desgracia del mundo, cosa que atormentó los últimos días de Pérez Alfonzo, el petróleo fue utilizado como arma política, para financiar lo que tanto aborrecía al padre de la OPEP: el financiamiento de autócratas en detrimento de sus pueblos. Pérez Alfonzo sin mucha bulla o el caballero guerrillero como le decían algunos republicanos de la época era más peligroso con un maletín lleno de papeles en Nueva York que el barbudo de las Antillas con su fusil al pecho y su perorata trasnochada. Los precios del petróleo se dispararon, EEUU tuvo que liberar las amarras del dólar con respecto al oro pues tanto dinero emitido en lo que se llamó los petrodólares puso en jaque más de una vez la política monetaria estadounidense pero los árabes, muchos de los cuales estudiaron en Universidades Estadounidenses, mantenían a flote esa economía con deuda creciente, ya que comprendían el peligro de que esa economía se desplomara.
Venezuela, en tanto, se llenó de petrodólares, muchos de los cuales fueron a parar en tiendas de Miami con el popular “ta barato dame dos”. El posicionamiento del petróleo y de la política petrolera del país fue obra de un trabajo de hormiguita de Betancourt y Pérez Alfonzo cuyos frutos recayeron en el primer gobierno de Pérez y que por influencias de Pedro Tinoco, ambos creyendo en el mito de que lo que sube nunca baja, aplicaron una política de endeudamiento que repercutió en el viernes negro de 1983, claro que el endeudamiento de hoy es mucho pero mucho peor, pues compromete hasta lo que no se tiene. Pero volvamos a la democracia, aunque esta digresión era necesaria por cuanto hablar de Venezuela obliga a hablar de petróleo, además necesaria para quitar la obnubilidad de la propaganda que impide pensar y engaña a la gente más ingenua.
El comunismo se autoexcluye
Hay gente que sin saber lo que habla, más todavía sin saber bien dónde está parado, denosta con los epítetos más desagradecidos el Pacto de Punto Fijo. Veamos esta parte de la historia. Entre los más activos firmantes del pacto, Rómulo Betancourt entre ellos, estaba con fijeza la siguiente idea: se luchó contra una dictadura, es un sacrilegio imponer otra, y dentro de la programática del Partido Comunista un apéndice del partido soviético, estaba la de imponer la Dictadura del Proletariado; los firmantes del pacto argumentaban que dictadura nada de nada por más del proletariado que sea, eso implica eternizarse en el poder y es mejor la alternancia, un poco imitando el sistema estadounidense de dos partidos fuertes: Republicanos y Demócratas. Pero esto no es una herejía, hay que estudiar modelos más no imitarlos a ultranza, y para que se vea mejor, la OPEP nació de la admiración de Pérez Alfonzo a una institución norteamericana: la Compañía de Ferrocarriles de Texas, que imponía las cuotas de producción de crudo en Texas para regular el mercado, lo que contribuía a equilibrar los precios ni muy altos ni muy bajos (Se dan cuenta: no hay mucho del cacareado libre mercado). Los individuos nos damos nuestras reglas que a veces rompemos para darnos otras mejores.
El comunismo se autoexcluye del pacto, por aquella fecha, el frenesí de la vanguardia cubana con Fidel Castro visitó Caracas, a los comunistas de aquí se les caía la baba, y se sentían mal porque se habían hecho esta idea: hubiésemos resistido más y hubiésemos hecho una revolución venezolana a la cubana, algo así como un arroz a la cubana con los huevos criollos que permitían el petróleo. Fidel equiparaba a nuestro Cerro el Ávila con la Sierra Maestra, la historia y los documentos desclasificados han puesto en ridículo esa supuesta operación heroica del dictador cubano pues fue con la ayuda de EEUU que obligó a Fulgencio Baptista a abandonar la isla lo que permitió que un grupo de guerrilleros accediera al poder de Cuba.
Al poco tiempo Venezuela se vio envuelta en la lucha armada con unos subordinados de la Unión Soviética y de Cuba. De manera que el PCV no está en el pacto de Punto Fijo por dos razones, la primera evitar una dictadura y la segunda neutralizar la injerencia castrista. La tragedia cubana era algo que por muchos años se negaba, pues sólo así se explica que un librito del encargado de Negocios de Venezuela en la Habana de 1961, Francisco Quijada Mientras Cuba Agoniza, haya sido defenestrado por tantos como documento histórico, pues ese librito desnuda la incipiente violencia con la que los actuales gobernantes de Cuba en su juventud, maltrataban y vilipendiaban al pueblo que con tanto fervor le había apoyado.
Venezolano. No seas brizna de paja en el viento
El proceso democrático en Venezuela hay que verlo evitando la idealización pero también la estigmatización, estamos acostumbrados aunque no lo reconozcamos abiertamente a ver en blanco y negro las realidades, olvidándonos de la gama de colores que configuran nuestra realidad. Veamos esto con un ejemplo, así como en la política todo gobernante de turno se olvida del esfuerzo de su antecesor y no da continuidad a sus obras, lo que desvirtúa el direccionamiento de Estado, también en la literatura algo similar ocurría hasta hace poco, muchos escritores como Salvador Garmendia denigraban de Rómulo Gallegos en el que veían los mil defectos de “escritor burgués”. Mucho después, estos escritores reconocerían la maestría galleguiana.
Gallegos nos da en su novela cubana La brizna de paja en el viento un diagnóstico de la violencia y un examen acucioso del papel de las universidades en esta hora en la que la democracia languidece, es nuestra convicción de ser libres como el viento, sin empuñar cuchillos largos o gatillos alegres, haciendo uso de la palabra, para arrojarla a los mares de la conciencia, la que nos dará nuestro derecho a la democracia, y el derecho es algo que hacemos propio, que nos pertenece, algo a lo que no podemos renunciar.
La atomización de la sociedad
Muchos piensan que porque están en el consejo comunal y se creen ese cuento de democracia participativa y protagónica están gobernando cuando en realidad están más distraídos que nunca. Lo voy a decir claro, una vez en clases de políticas públicas, un funcionario en una charla decía que se comprobaba que las comunidades podían manejar recursos y solucionar sus propios problemas, pues antes por ejemplo, la comunidad necesitaba un muro y se daba en licitación un contrato a una empresa privada, la empresa cobraba más caro, pagaba impuestos y a su vez contrataba mano de obra, ahora se le daban los recursos a las comunidades, naturalmente la mano de obra en muchas ocasiones la ponía la misma comunidad, recuerdo un amigo que trabajó en la construcción de un baño para la cancha y no le dieron ni café. El funcionario se ufanaba que el costo era menor, a lo que yo pensé, estos piensan como unos gerentes corruptos, ven ese excedente como una ganancia, sólo así se explicaba su camioneta último modelo. Pero seamos claros, nada que se diga en un consejo comunal es relevante para la dirección del Estado o mejor dicho para el destino de la nación. En un consejo comunal, no se discute por ejemplo de la política monetaria, que bastante nos afectan las devaluaciones constantes. Tampoco se discute sobre las opciones en la política internacional mucho menos si requerimos aumentar la inversión en las universidades para generar calidad en la investigación aplicada.
Veamos esta realidad a la luz de los hechos. Septiembre de 2009 los altos funcionarios ministros, rectores CNE, presidente, diputados de asamblea saliente se aumentan el sueldo en más de 50 %. Diciembre 2009 cobran utilidades. Enero de 2010 lanzan la devaluación monetaria. Enero de 2011 vuelven a lanzar otra devaluación monetaria. Puede alguien decir, ¿En qué consejo comunal se discutió todo esto, que implica una materia de sumo interés nacional? En los tiempos de Betancourt y de Pérez Alfonzo cuando llegaron al poder más bien se redujeron el sueldo a la mitad, para que el pueblo viera que lo de la austeridad era en serio, y se empezaba con rigor por casa, a las pruebas me remito, nadie puede decir ni de Pérez Alfonzo ni de Betancourt que saquearon la Hacienda Pública, porque pocos con la ética de estos individuos.
Hay una fragmentación de la sociedad tal, que hace que no tenga la fuerza articulada del pueblo, categoría política por la que se sustenta la democracia. El pueblo somos todos, y nadie puede usurpar al pueblo, es pues el demos que la democracia requiere para legitimarse y no caer en la usurpación, y para ello sólo hay que estar claro en que tenemos el derecho y el deber de asediar el momento político desde todos los ángulos, sobre todo aquellos que la propaganda quiere ocultar para mover sin desparpajo los más mezquinos intereses de usurpación, es decir, los que se sitúan por encima del pueblo.
La democracia es un bien preciado, es un logro a pulso, un esfuerzo por entender y actuar en consecuencia.
El 23 de enero de 1958 nació la conciencia democrática, aquella que ha conocido lo bueno, lo malo y hasta los excesos de la exuberancia, así que esa conciencia reclama a no aceptar gato por liebre.
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