Colaboración de Yonathan Michel Meza
Es así, que la estructura política venezolana se desliza por un nuevo paradigma práctico y epistemológico en el cual la idea de estructura, propia del positivismo y del marxismo, se desplaza hacia la idea de tejido, de red, de relación construida para generar cambios coordinados pero con la canalización de diversos vasos comunicantes. Elemento que podemos evidenciar en el papel desempeñado por las redes sociales digitales ante los medios privados del gobierno, redes que sirven para romper la autoridad única que propugna el sistema monológico: “somos millones una sola voz” versus la visión pluralista de “una asamblea multicolor”, que a su vez se integra en la idea y necesidad sentida de reconciliación ciudadana.
Reclamo justo de una inmensa voz política y ciudadana, que exige el cese de la política del odio,- lo cual es una anulación de la política-; y cuyo cese permita una re-construcción de las bases democráticas a partir de la riostra política, que como elemento cuasi-invisible pero necesarísimo para mantener la nueva estructura en red de la política, pervive en la conciencia de cada uno de los venezolanos, que ha logrado el trance de superar las más engorrosas barreras impuestas por los que hasta hace poco monopolizaban el poder cuasi-absoluto, pero que como lo ha demostrado la reciente elección, no pudieron omni-abarcar la riostra, es decir, nuestra profunda conciencia y convicción para la política, y para la democracia. En otras palabras, no puede existir ni la política ni la democracia sin el soporte cultural.
Soporte que ha facilitado este escenario de pulso que hemos presenciado; de este modo, la llamada MUD ha logrado una legitimidad nacional e internacional, que aunque por razones que ya sabemos, no obtiene la mayoría de los escaños si obtiene la mayoría numérica, es decir, más de la mitad, 52% según Guillermo Aveledo, lo que a los ojos del mundo y a nivel interno, pone el panorama político en una situación compleja y delicada, que va a depender de la inteligencia de los actores políticos, que como hemos visto, en el caso del gobierno hay una sola persona autorizada a pensar por los demás, lo que si no da el control de la situación al menos la sensación momentánea del mismo, del otro lado la divergencia de pensamientos debe discutir y escuchar y argumentar casi de manera maquiavélica toda actuación política, lo cual no implica renunciar a criterios propios pero si tener bastante cautela sumada a una sólida firmeza, tal como hasta ahora ha demostrado la actuación de Aveledo, que para decirlo en lenguaje coloquial suena más o menos así: “sabemos que tenemos la sartén por el mango pero sabemos que hay un amedrentamiento, que aunque injusto, por los momentos tenemos que soportar”. Es una actitud, que nos dice algo que casi no nos lo creemos y a veces se nos sube en demasía a la cabeza: “Los venezolanos somos grandes”.
Así es, los venezolanos somos grandes y no nos damos cuenta, estamos en un trance de re-politización casi sin precedentes, sin seguir a caudillo alguno, siguiendo el primado de la conciencia y cobrando las más terribles afrentas de la injusticia como el caso de Franklin Brito. Es un momento, en el que hemos preferido no caer en la trampa del insulto y nos hemos hecho del poder anónimo del pueblo, ese que se expresa en la frase “el voto es secreto” para poder expresar nuestra pequeña decisión que se suma a una gran decisión. Es un momento en el cual, la campaña política como actividad egocéntrica, que vende la imagen de un candidato, ha puesto en el tapete la necesidad de recuperar nuestra mancillada soberanía. Es un esfuerzo que hay que reconocerle a la MUD, la despersonalización de la encrucijada histórica, la puesta en marcha de una agenda de diálogo y de discusión, de la cual, seguramente, se ha aprendido lecciones importantes.
El otro elemento que quisiera tocar, es el de la tendencia de la abstención, una tendencia que se ha mantenido entre 30 y 40% en diversas elecciones, aquí no comparto la tesis de los Ni-Ni, pienso más bien que hay que estudiar a fondo estos electores que no votan en un país con mucha pero mucha pasión política, las razones deben ser diversas, pero creo que hay por lo menos en esa franja un tercio, que vive no al día sino incluso al minuto, gente que no puede darse el lujo de dejar de trabajar un día porque simplemente no come. Aquí, se exige que se revisen las cifras de reducción de la pobreza, que desde las altas esferas pregona su reducción, no creo que sea una realidad sino un maquillaje de cifras. Es más una propaganda que un programa coherente de atención ciudadana, y esas cosas saltan a la vista, el gobierno gasta cantidades incuantificables en el mantenimiento de canales de televisión, de radio, de prensa, de internet y otros artilugios para uso exclusivo de propaganda, hasta el punto que he llegado a pensar que se llega a gastar más en propaganda que en obras eficientes. Es, para decirlo de un modo que llegue a esa gente que existe, y que vive al minuto, arañando el hambre en el país petrolero: el que tiene hambre necesita comida, no que le hablen de las propiedades calóricas de los alimentos.
Esto, que es tan obvio, en un país con una inflación tan galopante, casi no se aprecia por el clima de confrontación que propugna el gobierno, es tiempo, de que ese clima inútil de desgaste de energías cese, y nos avoquemos a triunfar como país, por cierto, que para controlar o disminuir la inflación, sólo hay que preguntarle a Jorge Giordani las medidas a tomar e implementar todo lo contrario.
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