Por Lorena Galliot
Traducción de Nelson Méndez
Publicado: 27 de abril de 2007
París: Ana Gabriella Rodríguez de 23 años y graduada del Instituto de Estudios Políticos de París, regularmente, impresiona a la gente que conoce, por su habilidad para cambiar sin esfuerzo entre cinco idiomas: inglés, francés, español, portugués y húngaro.
Hija de diplomáticos venezolanos, Rodríguez ha vivido en Caracas, Washington, Lisboa y Budapest, además de París. Ella le quita importancia a su habilidad lingüística. “Si alguien más hubiese crecido en todos estos lugares donde yo he crecido, también sería plurilingüe”, dice Ana Gabriella. “No es realmente tan difícil”.
Esta actitud modesta podría tener su fundamentación científica. Según Fred Genesse, profesor de psicolingüística de la Universidad de McGill de Montreal, un niño solamente necesita estar expuesto a una lengua diferente al menos 30 por ciento del tiempo que se la pasa despierto para adquirirla. Esto significa que se puede aprender simultáneamente hasta tres lenguas, aunque el proceso de aprendizaje será más complejo, en particular para los adultos que tienen la tarea de enseñar.
“Los padres y los cuidadores deben asegurarse que los niños sean expuestos a cierta cantidad del idioma y que esta exposición sea consistente, continua y rica”, dice Genesse. Si se sigue un “sistema lingüístico” consistente, entonces aprender varias lenguas es tan natural para un niño como aprender solo una lengua, agregó Genesse.
Los sistemas lingüísticos más frecuentes son “un padre-una lengua”, en el cual cada padre habla su idioma nativo con su hijo o “lengua minoritaria en casa”, en el cual toda la familia habla un idioma en casa y la lengua de la comunidad con el resto de las personas. Hay otros sistemas que pueden funcionar; como hablar una lengua adicional con una niñera o en un programa de inmersión, pero que solo servirán si se usan consistentemente.
Estudios recientes muestran que el aprendizaje de varios idiomas podría incrementar el poder cerebral. En el pasado mes de octubre, investigadores del Dartmouth College de Hanover, New Hampshire presentaron los resultados de un estudio que utilizó una tecnología de imagen óptica llamada espectrología de reflectancia infrarrojo cercano para comparar la actividad cerebral de personas bilingües y monolingües. En los dos grupos hubo actividad cerebral similar cuando cada grupo habló una sola lengua, pero hubo un incremento en la actividad cerebral en el hemisferio derecho e izquierdo de los bilingües cuando estos procesaban simultáneamente cada una de las dos lenguas.
“Por décadas, la gente se ha preocupado porque los cerebros de los niños bilingües supuestamente reciben un impacto negativo por su experiencia temprana con dos lenguas”, Laura-Ann Pettito, la directora científica en jefe del estudio, escribió en el Medical News Today, un periódico de la industria. “Los resultados actuales son significativos porque muestran que el cerebro de los bilingües y monolingües procesan cada lengua, fundamentalmente, en formas similares, excepto, por la fascinante excepción de que los bilingües parecen comprometer de una manera más natural su panorama neuronal disponible para el procesamiento del lenguaje, a diferencia de los monolingües, lo cual es una cosa muy buena”.
Esto es una buena noticia para padres como Aidan y Agnieszka Walsh, que viven en los Países Bajos y están criando sus dos hijos en sus respectivas lenguas maternas, inglés y polaco. “Los holandeses algunas veces piensan que un niño fracasará en la escuela sino escuchan holandés en casa”. Aidan Walsh dijo. “Esto no es verdad, pero todavía tenemos que vivir con esta percepción”.
Debido a que la cultura de los estadounidenses y de la de muchos europeos occidentales es monolingüe, ellos tienden a sorprenderse cuando conocen a alguien con la capacidad de hablar más de una lengua y ni se diga cuatro o cinco. En realidad, más de la mitad de la población mundial es bilingüe, por razones étnicas entre las comunidades, por legado de un pasado colonial o por necesidad económica.
Las Filipinas son un ejemplo sorprendente de una comunidad plurilingüe. El filipino promedio habla uno de los 120 dialectos locales, así como el filipino e inglés básico.
“El filipino monolingüe es la excepción y no la regla”, Andrew González, educador y lingüista, escribió en 2006 en el Filipino daily, informativo de Manila que “el monolingüismo ocurre solo si la persona vive aislada en las montañas o en islas remotas sin acceso a los medios de comunicación o a algún tipo de escuela”.
Los sistemas educativos a través del mundo desarrollado han comenzado la implementación de clases de lenguas extranjeras en etapas tan tempranas como el jardín de niños, en oposición a la escuela secundaria como era anteriormente el caso. Pero para alcanzar una fluidez perfecta, se debería enseñar una lengua incluso a edad más temprana: las investigaciones muestran que la habilidad de los infantes para detectar diferentes sonidos y escuchar los matices de una lengua extranjera disminuyen después de los seis primeros meses de edad. Los niños japoneses, por ejemplo, claramente escuchan la distinción entre los sonidos de la “r” y la “l”, algo en lo cual los adultos japoneses batallan para discernir.
No obstante, tanto para niños como para adultos, el elemento clave para aprender a hablar un idioma es la necesidad de comunicación.
Genesse dice que “mi consejo para los adultos que batallan para aprender una lengua adicional es que se aseguren de estar inmersos en un ambiente en donde se necesite la nueva lengua, de manera tal que se vean obligados a usar la nueva lengua para comunicarse de manera real.
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