1. Origen y desarrollo de la historia de las mujeres
Durante muchísimo tiempo la historia de las mujeres fue una asignatura pendiente. La historia de la humanidad se escribió desde la perspectiva masculina en todo tiempo y la presencia de la mujer quedó en la penumbra. Se dice que la historia es escrita por los vencedores, sin embargo en el caso de las mujeres, pareciera que ni siquiera se libró una batalla contra ella para dejarla por fuera en la historia de la humanidad, sino al contrario, que no fue ni siquiera tomada en cuenta, por lo tanto podemos colegir que no hubo batalla.
Si leemos un libro de historia, notamos que el protagonismo de la evolución de la humanidad siempre está teñido por la omnipresencia del hombre, en el sentido antropológico, pero también en el sexista, en el que el hombre ha sido el hacedor y propulsor de todo. Por lo tanto, no es de extrañar que exista una negligencia con respecto a las mujeres. Se habla, por ejemplo, de los hombres en la Edad Media, pero poco de las mujeres en ese mismo periodo. Y como el anterior caso, existen infinidad de otros ejemplos.
Para ilustrar tal situación, piénsese en una mujer importante del siglo XVIII, seguramente nos tomara más tiempo recordar una mujer que recordar un hombre, no porque no haya existido alguna mujer importante. Sino porque siempre nos han contado las hazañas y logros de los hombres y poco se nos ha relatado de las hazañas de la mujer. Si cambiáramos la pregunta y quisiéramos saber sobre un hombre importante, la lista sería bien larga y no padeceríamos nada para dar un nombre: Rousseau, Voltaire y un largo etcétera.
Ahora bien, sabemos que las mujeres a lo largo de la historia no solo han fungido de madres cuidadoras. En el desarrollo de las sociedades, en el ámbito político, científico y económico su huella está presente, solamente que se les ha invisibilizado. Si leyéramos sobre la guerra de Vietnam, tendremos noticias del sufrimiento de los pobres hombres en batalla, de las torturas, de sus luchas y sus trasnochos. ¿Pero ha alguien reflexionado sobre el sufrimiento de las madres, esposas e hijas de estos soldados? Seguramente no o quizás en menor medida. Así como este sencillo ejemplo, bastante cercano a nuestros tiempos, ha sido la historia de la mujer, no tomada en cuenta.
Han sido relaciones de siglos enteros e historias de civilizaciones completas en la que a la mujer no se le ha tomado debidamente en cuenta. Contar la historia del hombre era por extensión contar la de la mujer: la de toda la humanidad.
Por lo anterior y por otros elementos, hacer un rastreo de la historia de la mujer a veces se nos presenta no sin cierto grado de dificultad. En el pasado, no son escasas las situaciones en donde las mujeres firmaban sus obras o trabajos con un seudónimo masculino o con el nombre de su esposo. La total negación.
Si echamos un gran ojazo retrospectivo, vemos que ya desde la prehistoria la mujer, jerárquicamente, tenía un rango menor con respecto al hombre y esto ha sido así durante largo rato. Sin embargo, el momento llegó en que se produjo un primer cuestionamiento sobre la posición de la mujer en la sociedad a lo largo de la historia.
Hubo un primer momento de interrogación por parte de una investigadora francesa que ayuda en el establecimiento de lo que hoy en día conocemos como la historia de las mujeres. Es decir, una mujer, Michelle Perrot se preguntó si las mujeres tenían historia. Con una conferencia presentada en 1973 y titulada ¿Las mujeres, tienen historia?, se iniciaba la búsqueda del legado femenino en el camino que ha recorrido la humanidad, pero también se transmitía con esta pregunta la perplejidad y el asombro por haber estado muchas veces ausentes de la relación de los grandes y pequeños hechos que han constituido el mundo.
Otra fecha significativa en la configuración de la historia de las mujeres es el año de 1983, Michelle Perrot, ofrece un coloquio en donde se pregunta sobre la posibilidad de que existiera un historia de las mujeres, su coloquio se tituló ¿es posible una historia de las mujeres? El gran coronamiento de la cúspide lo dio en con la aparición de su libro La historia de las mujeres en Occidente, que Perrot y el medievalista George Duby publicaron entre en 1992 y 1993.
Se pasa de un momento de inquietud a uno de afirmación. Perrot está inquieta por la negligencia que ha sufrido la mujer, pero luego con su libro La historia de las mujeres en Occidente, corrobora y reafirma la existencia de la mujer y su fundamental papel en las sociedades occidentales. Se muestra en este trabajo historiográfico que las mujeres pueden ser protagonistas que influyen y al mismo tiempo reciben influencias del entorno.
Si nos preguntáramos sobre las influencias que ha recibido la historia de las mujeres, es indispensable hacer notar la importancia de la historia social marxista, pues con ella se toma en cuenta la gente común y los desfavorecidos, se toman en cuenta otras posibilidades de análisis. Sin embargo, el elemento de mayor peso es la revolución feminista del siglo XX, ya que con ésta las relaciones entre los hombres y las mujeres empezarán a configurase de una manera distinta, al menos en occidente. Gracias a la revolución feminista, se hace evidente un conflicto motivado por las desigualdades que hay entre uno y otro género. Sale a la palestra que hay una clara desigualdad en la política, el trato no igualitario de las mujeres en la familia y en la sociedad en general.
Por otro lado, en el plano del conocimiento, queda patente la total parcialidad androcéntrica, pues siempre era el sujeto masculino tomado como el sujeto universal. En este sentido la mujer estaba relegada, no obstante con la revolución de las mujeres, se empieza a tomar la mujer como objeto de estudio. Se empieza a estudiar la relación de la mujer con relación al desarrollo de procesos históricos, con el tiempo y con la cultura en general. Así tenemos la relación que hace Perrot y otros investigadores en La historia de las mujeres en Occidente.
Se comienza la historia de las mujeres con la reconstrucción de sus roles típicos de maternidad, luego sus roles en la educación y como trabajadoras. No se queda de lado tampoco, su papel en la esfera política, la vida pública y como artistas. Repitiendo las ideas de Perrot, falta por ver cómo han sido las relaciones de violencia hacia la mujer y el cuerpo de la mujer y por supuesto muchas otras cosas más, sin embargo, andamos en el camino hacia eso. Al menos ya existe la conciencia sobre la historia de las mujeres, no pocos libros se han escrito sobre ellas y abundantes cátedras están presentes en diversas universidades del mundo.
2. Aportes del feminismo
2.1 a la historia de las mujeres
El gran aporte del feminismo a la historia de las mujeres radica en que le provee la idea de que la historia también se puede contar desde un punto de vista femenino. Al poner en evidencia el feminismo que las construcciones sociales, las estructuras económicas y las clases sociales han privilegiado al ser masculino, la historia de las mujeres busca recuperar la presencia femenina que ha sido negada en la historia contada mayormente por hombres.
Lo anterior destaca que se debe reivindicar una situación diferente. La presencia femenina en la configuración de la historia. La revolución femenina está diciendo que las mujeres existen y están presentes y además exigen igualdad y derechos. La historia de las mujeres parece que es una de las voces del feminismo y quiere demostrar y recuperar el espacio que no ha tenido la mujer en la historia, así como el feminismo reclamó el espacio de las mujeres en la política, el acontecer social, la estructura del Estado y el desarrollo económico, la historia de las mujeres quiere mostrar la existencia de la fémina en la historia.
Del feminismo socialista, se puede tomar en cuenta la premisa de abarcar a la mujer a la hora de analizar la sociedad. Es decir, un análisis histórico completo implica tomar en cuenta el rol de la mujer en la sociedad, por consiguiente el acercamiento a la comprensión de la realidad será más completo. Esto se justifica porque las mujeres también han contribuido al cambio social.
Otro punto interesante del feminismo es que se proyecta más allá de la mera sexualidad. Al establecer el concepto de género y lo que implica, por lo tanto la historia en general, también debe contemplar la historia del género. Es decir, una aproximación histórica al desarrollo de la humanidad no debe limitarse exclusivamente a roles sexuales, sino que precisa tomar en consideración que son las construcciones sociales las que han creado la desigualdad entre uno y otro sexo. Al tener presente y claro la historia de las mujeres que no es una fatalidad biológica la que ha predestinado a las mujeres, el campo de estudio se enriquece y los horizontes se amplían. Básicamente, porque un estudio de la historia de las mujeres, al poder ser diacrónico y sincrónico, puede determinar en cierto periodo de tiempo o en un trecho de lo largo de la historia, cómo se fue configurando la desigual relación entre hombres y mujeres.
2.2 a los Estudios de Género
En primer lugar tenemos que decir que los Estudios de Género son como el ala teórica y científica del feminismo. El feminismo buscó cambios prácticos en la sociedad, sin embargo, los Estudios de Género implican más un estudio reflexivo e intelectual sobre la diferencias entre uno y otro género.
Los Estudios de Género están unidos al propio movimiento feminista por lo que las luchas e ideales feministas se reflejan en estos estudios. Por lo tanto no es raro notar que las diferencias que hay dentro del mismo movimiento feminista las encontremos en los Estudios de Género, es decir, las diferencias de acción político y social. El movimiento feminista es marcadamente político, y así, se nos presenta frecuentemente los Estudios de Género. Hay la constante denuncia de la situación dispareja de las mujeres con respecto a los hombres y además hay unos esfuerzos denodados y comprometidos para favorecer cambios culturales, sociales y políticos que beneficien a la mujer. Es decir, según el matiz que tengan propondrán un punto de vista igualitario o de la diferencia. En ese sentido, si se enfocan en la matriz igualitaria propenden la consecución de derechos para las mujeres y una participación igualitaria de ellas en los ámbitos públicos, privados y en la distribución de los bienes, las riquezas y en la participación en los aparatos de producción y empleo.
Si los Estudios de Género se inclinan más por la diferencia, acentuarán el hecho de que hay que resaltar las cualidades femeninas y revalorizar la mujer. Para los de la diferencia, la igualdad es negar lo propiamente femenino.
Otro aporte significativo del feminismo a los Estudios de Género es que presenta la clara diferenciación entre sexo y género. Es decir, se establece que el sexo remite al ámbito de lo biológico y que el género es una construcción social. Se produce todo un discurso que dice que nuestro conocimiento de lo que es ser mujer u hombre viene motivado por lo que aprendemos en nuestra familia, en la comunidad, en la sociedad y a lo largo del tiempo. En palabras de Martha Lamas, el género es “la construcción cultural de la diferencia sexual”.
Ya Simone de Beauvoir lo decía, que la mujer no nacía sino que se hacía. En estas palabras profería que las características que consideramos femeninas no nacieron con la mujer, sino que fueron endilgadas por la sociedad.
El feminismo también aporta a los Estudios de Género la problemática en la que se debe centrar. Antes del feminismo, las desiguales relaciones entre uno y otro género no tenían nombre, con la lucha feminista se conceptualiza el problema y toma un nombre: feminismo.
3.Factores que propiciaron el desarrollo de los Estudios de Género
Después de la lucha femenina por derechos concretos y comenzar a ocupar espacios importantes en la sociedad, pareciera que el feminismo haya decaído o que la lucha ya no se da con tanta intensidad como en la época de las sufragistas. Al ser reconocidas las mujeres como un género distinto o igual al masculino van mermando las disputas. Y en este sentido, se produce una evolución. Se pasa de una práctica de protesta práctica a una más teórica y en el plano intelectual, a una lucha más de palabras y de conceptualizaciones.
En este contexto, pareciera que los Estudios de Género tienen su razón de ser. Se ha aceptado que existen las mujeres como seres diferentes y no inferiores, se hace un deslinde biológico y social del sexo. Al aceptarse a las mujeres como ellas desean ser vistas no tienen argumentos o ideales por los cuales batallar.
En la configuración de los Estudios de Género, hay que tomar en cuenta que el androcentrismo fue una causa importante para que se despegara en los estudios de la mujer. Por un lado, la mujer había sido invisibilizada, es decir, en los análisis sociales e históricos la mujer no estaba presente. Por otro lado, el discurso sobre el mundo había sido privilegio del varón. El orden social y el poder habían sido fundamentalmente patriarcales.
Ante el anterior contexto y la toma de conciencia de esta injusta situación de desigualdad, comienza una reflexión intelectual y teórica sobre el estado de la situación femenina. Con la historia de las mujeres se trata de recuperar la memoria histórica de las mujeres, se toma un punto de vista diferente para estudiarlas. Las mujeres que solo habían sido vistas por la historia como mujeres de la casa, madres o esposas, se convierten de pronto en luchadoras, mujeres rebeldes e ilustres.
Lo precedente apoya la idea de que a la mujer se le había tratado con inferioridad y para articular teóricamente y combatir esta situación, los Estudios de Género quieren estudiar las construcciones sociales que han motivado las diferencias entre los géneros, en un momento o lugar histórico dado.
Aunque los Estudios de Género comenzaron a tomar forma en los sesenta y setenta, lo cierto es que sus antecedentes se remontan bastante tiempo atrás. El feminismo combatió la desigualdad y los Estudios de Género se pueden ver como la indagación a nivel intelectual de las cuestiones prácticas que las mujeres exigían en su tiempo. Es con los movimientos feministas ingleses y norteamericanos que los Estudios de Género (Gender studies) comienzan a tomar forma, de hecho en un principio se conocían con el nombre de Estudios de las Mujeres (Women’s studies), no obstante el término y el objeto de estudio de estos estudios han variado para hacerse más amplios e inclusivos.
Los Estudios de Género se desarrollan, entonces, como una respuesta reflexiva sobre las desigualdades hacia las mujeres en distintos ámbitos: el lenguaje, la política, la cultura y la sociedad en general, pero no dejan de tomar en cuenta la presencia masculina.
4. El concepto de género y sus aplicaciones posibles al análisis histórico y social.
Como mencionábamos antes con el feminismo se hace una gran diferencia entre género y sexo. Es fundamental reconocer que uno y otro término tiene significación diferente. En principio, se hace importante hacer la distinción porque si nos quedamos con sexo, el estudio de la mujer quedaría algo limitado y restringido a la sexualidad. Y la sexualidad implica biología, reproducción. Además, esta percepción biologista justifica de algún modo los roles de la mujer y el hombre en la sociedad: reproducción y cría, por un lado y cuotas de poder y dominación para el hombre.
La otra cara de la moneda es el concepto de género. Un término que implica connotaciones más que el género gramatical de las palabras. Si hablábamos que el sexo es biológico, el género es social o sociocultural, es una convención social; quizás como lo sea el género de las palabras que responden a un orden arbitrario. A saber, que el rol sexual está definido por la sociedad y la cultura. Es decir, no es el hecho de que hayamos nacido mujer u hombre lo que determina nuestro papel en una sociedad determinada, sino que es la sociedad la que reglamenta de alguna manera los papeles de uno y otro sexo. Ser ama de casa no es una predeterminación biológica, sino un rol social: física y biológicamente las tareas de la casa también las puede llevar a cabo el hombre, solamente que hay una condena en nuestras sociedades que sacan al hombre del espacio de la casa y le entregan ese espacio a la mujer.
Además, la determinación de los papeles que debe seguir cada sexo en una sociedad son mutables. Nuestros comportamientos como mujer u hombre vienen aprendidos y transmitidos por nuestra familia, la escuela, la cultura, la sociedad donde estamos inmersos y las relaciones interpersonales, entre otros. Esto va creando unos estereotipos de género que a la vez desembocan en roles sexuales. Así tenemos que de los hombres se esperan determinados comportamientos y de las mujeres otros. Igualmente hay que agregar que estos roles van cambiando de cultura a cultura y de tiempo en tiempo.
Con respecto a la aplicación del concepto de género a análisis históricos y sociales, sobra decir que un estudio que tome en cuenta este concepto tendrá amplia riqueza, pues extiende su campo de trabajo más ampliamente.
Hacer un análisis histórico o social desde el género sugiere tomar en cuenta las representaciones tanto masculinas como femeninas por igual. Además la idea de género se extiende y toma en cuenta otras posibilidades como la homosexualidad, la transexualidad, las clases sociales, la raza y las etnias.
En un estudio de este tipo hay que tomar en cuenta otras variables. Por ejemplo, no se debe privilegiar un estudio androcéntrico. Si hiciéramos una relación de la vida en el siglo XX en México, debemos dar igual tratamiento tanto a los hombres como a las mujeres, tanto a los blancos como a los indígenas. El discurso de un estudio de género no debe responder a un interés particular. Un estudio de género no implica exclusivamente a las mujeres, implica a los hombres también, porque ellos también tienen género.
Lo anterior no deja de motivar a que los Estudios de Género califiquen a la tradición científica como androcéntrica y protagonizada principalmente por hombres.
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